Pertenecer a una sociedad democrática implica
“formar parte de una colectividad que se ha dotado a sí misma de un conjunto de valores y de normas” que deben expresar “el consenso, la racionalidad, la libertad, el respeto a los demás y al planeta (…)«
Cátedra de Laicidad y Libertades Públicas “Fernando de los Ríos”, 2000, s/p
Apoyándose en esta idea, la labor más importante que puede desempeñar la educación en un sistema democrático es la formación de personas en el respeto de los derechos y las libertades fundamentales, a partir de la interiorización de principios como la convivencia, la paz, la cooperación, la solidaridad, el biocentrismo, y el cultivo de la libertad de conciencia y de la autonomía moral que permitan reflexionar a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes acerca de todas esas enseñanzas que necesitan adquirir para convertirse en personas libres y ciudadanos activos.
Estas enseñanzas que deben suponer un compromiso con el cambio tienen sus objetivos marcados a través de los ODS y sus metas que pueden sintetizarse, desde el ámbito de la educación para un mundo más justo y sostenible en:
- Promover una cultura de paz y no violencia, rechazando la violencia en todas sus formas.
- Trabajar la voluntad de contribuir en el logro de una sociedad más justa y tolerante. · Colaborar con aquellos que han decidido participar en la construcción de un programa que respete la vida y la dignidad de cada persona y del planeta (conocer y apoyar proyectos vitales)
- Cultivar la generosidad a fin de terminar con las exclusiones y las injusticias.
- Preservar el planeta promoviendo un consumo responsable y un equilibrio de los recursos naturales.
- Ayudar a la plena participación de todos y todas bajo principios democráticos.
Desde estos objetivos las posibilidades de formación son muchas, pero quienes impartimos esta materia hemos considerado importante centrarnos en tres aspectos que forman parte de los objetivos de una educación sostenible y emancipadora.
- La educación crítica y liberadora, versus la educación neoliberal y cosificadora, como estrategia pedagógica transformadora.
- La educación para el desarrollo y ciudadanía global, como reflexión del papel que todos y todas tenemos como agentes de cambio, desde el análisis del impacto de nuestras acciones.
- La denuncia social como instrumento para el despertar de la conciencia individual y social.