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    Unidad 2. Desigualdades desde la perspectiva de género

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    Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y por consiguiente la mitad de su potencial. La igualdad de género, además de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano y capaces de desarrollarse de forma sostenible. Además, está demostrado que el empoderamiento de las mujeres estimula la productividad y el crecimiento económico.

    Sin embargo, el fomento de la igualdad entre hombres y mujeres y la lucha contra la discriminación de las mujeres es un objetivo relativamente reciente. No se situó en un lugar central de la agenda política internacional hasta la Cumbre de Beijing en 1995.

    En el ámbito de la UE, tras la primera referencia del Tratado de Roma (1957), al principio de igualdad de retribución por igual trabajo, es actual Tratado de Lisboa de 2009 el texto en el que se consagra la igualdad como valor y objetivo de la Unión Europea.

    A nivel nacional, si bien la constitución española de 1979 recoge la igualdad como un principio jurídico, como un derecho fundamental y como un mandato al legislador, no es hasta iniciado el siglo XXI cuando encontramos normativas y políticas específicas en la materia.

    En las sociedades democráticas avanzadas el principio de igualdad entre mujeres y hombres se constituye en un objetivo estratégico del proyecto de país y un excelente ejemplo de sinergia con Estados y organizaciones Internacionales, por lo que la identificación y análisis de políticas públicas permite entender los procesos de impulso que como sociedad y administraciones es necesario realizar para cumplir los compromisos, avanzando a través de ellos hacia una igual real y plena entre mujeres y hombres. 

    En el siguiente bloque se recogen algunas de las cuestiones más relevantes sobre el impacto de la desigualdad en las mujeres. En primer lugar, se recogen aquellas cuestiones más relevantes que son el origen de la desigualdad y discriminación por razón de sexo.

    Seguidamente, abordaremos el tema de la violencia de género como máxima expresión de las situaciones de desigualdad entre mujeres y hombres, para terminar abordando la importancia de la incorporación de la perspectiva de género en la cooperación al desarrollo.

    1. La diferencia sexual y la desigualdad de género.

    Las diferencias sexuales entre mujeres y hombres son las diferencias físicas, fisiológicas, es decir basadas en las características meramente biológicas. Éstas no han cambiado a lo largo de la historia de la Humanidad, ni cambian de un lugar geográfico a otro. Algunos ejemplos son: tener ovarios o testículos, diferentes sistemas hormonales, cromosomas XX y XY, etc.

    Las diferencias de género entre mujeres y hombres son las diferencias culturales, sociales, de valores y, en general, los diferentes papeles atribuidos a unas y a otros. Y estas diferencias han ido cambiando a lo largo de la historia de la humanidad y cambian de una cultura a otra como, por ejemplo, poder llevar determinadas prendas de vestir, poder estudiar ciertas disciplinas, tener determinadas aficiones, etc.

    Cada sociedad va a determinar, por ejemplo, si sólo los hombres pueden llevar pantalones (como se consideraba en España hace años), o si jugar al fútbol es más adecuado para los chicos que para las chicas (contrariamente a lo que ocurre en España, en Estados Unidos, es un deporte más practicado por mujeres que por hombres).

    Un ejemplo muy esclarecedor de las diferencias sexuales y de género es el siguiente: “Poder dar de mamar es una diferencia sexual, dar o no el biberón un hombre o una mujer es una diferencia de género”. Por lo tanto, la expresión “es una cuestión de género” tiene el mismo significado que decir “dependerá del papel social que una sociedad concreta haya atribuido al hecho de ser mujer o al hecho de ser hombre”. Y lo importante es que, si algo ha sido atribuido por una sociedad concreta, en un momento histórico determinado, siempre se puede cambiar, por lo que el concepto de género, está relacionado con la posibilidad de que la sociedad pueda transformarse, ya que nada es inamovible.

    Es por esto que en las sociedades patriarcales con la finalidad de que los hombres mantengan su poder y se preserven las situaciones de dependencia de las mujeres respecto de los hombres, se atribuye a unos y a otras distintos papeles sociales en función de su sexo. Y se pretende naturalizar hechos y situaciones que han sido creadas por los seres humanos. Lo “femenino” y lo “masculino” no son hechos naturales o biológicos, sino construcciones sociales y culturales.

    La realidad social que las mujeres viven a diario se refleja, constantemente, en nuestra cotidianeidad; desde nuestra forma de actuar y comportarnos hasta nuestra forma de comunicarnos. Esto ocurre debido a la socialización a la que el ser humano se ve influenciado desde su nacimiento. Los agentes de socialización son:

    • Familia: es el agente que más tiempo dura, ya que se da en la infancia, en la adolescencia y en la edad adulta. Las interacciones con el resto de la familia y la calidad de las relaciones que se establezca con el núcleo familiar son determinantes para el desarrollo cognitivo, social y emocional del individuo.
    • Amigos/as: es uno de los agentes socializadores de mayor influencia, especialmente durante la adolescencia y los primeros años de la edad adulta. Durante la adolescencia llega un momento en el que empezamos a independizarnos emocionalmente de nuestros padres, dando mayor importancia a nuestro grupo de amigos. Este fenómeno puede conllevar consecuencias positivas: apoyo, lealtad, afecto y comprensión, pero también, consecuencias negativas: la presión de grupo.
    • Escuela: es uno de los agentes socializadores más importantes de nuestras vidas. Los infantes conocen a otros niños de su misma edad quienes al igual que ellos van a adquirir en esos lugares conocimientos y normas que la sociedad espera que aprendan. Además, la escuela también pretende que se formen moralmente y desarrollen al máximo sus capacidades intelectuales.
    • Medios de comunicación: Siempre han sido importantes agentes socializadores. Hoy en día, el principal medio de comunicación que influye sobre el pensamiento de la sociedad es, sin lugar a dudas, todo aquel que se valga de Internet para transmitir su información. Las redes sociales, las plataformas de visionado de vídeos y podcasts y demás medios de Internet moldean la psicología de la juventud a tiempo real, con vertiginosa velocidad.

    Estos agentes de socialización son, pues, los que deben ser analizados con perspectiva de género y de forma crítica.

    TAREA 1. Visualiza el siguiente vídeo.

    https://www.youtube.com/watch?v=NGbHi_wESJ0

    • En el vídeo se ven a distintos padres y a distintas madres lanzando un mensaje a sus futuros hijos o hijas. Realiza un breve análisis en el que destaques los mandatos de género que operan a través de los mensajes emitidos y qué consecuencias pueden tener los mismos en el desarrollo de las niñas y los niños.
    • Destaca, por un lado, cuáles son los valores que están transmitiendo y señala qué se potencia en cada uno de los sexos y las consecuencias que esto puede tener. Añade, si lo deseas, una reflexión personal. 

    Desde que nacemos, la exposición continua a determinados modelos conductuales (de los diferentes agentes sociales de influencia) hace que niños y niñas vayan asumiendo como propios determinados roles (Murillo, 2011); así, mujeres y hombres asumimos como propias, características y roles asignados únicamente en función de en nuestro sexo. De esta forma, las niñas van asumiendo como propias las cualidades vinculadas a lo femenino, mientras que los niños asumen las consideradas del ámbito masculino. Esta adscripción a modelos conductuales en función del sexo se denomina tipificación sexual y de este modo aprenden a comportarse según lo que la sociedad espera de unas y otros, así como las consecuencias de no cumplir tales expectativas.

    Convertir la diferencia sexual, natural, en una diferencia cultural significa crear una fuente de desigualdades que acentúa y justifica las discriminaciones por razón de sexo. Esta situación provoca, en muchas ocasiones, el establecimiento de unas relaciones basadas en poder de los hombres y de subordinación de las mujeres.

    De manera inconsciente, la sociedad tiene aceptados todos sus tópicos, actuando en la defensa y transmisión de los valores contenidos en dicho pensamiento androcéntrico anteriormente mencionado.

    Independientemente del país, actualmente existe una característica común a todas las sociedades: los puestos clave en el ámbito político, económico, religioso y militar se encuentra, exclusiva o mayoritariamente, en manos de los hombres, lo que se denomina sociedad patriarcal. Esta situación de poder de los hombres lleva aparejadas situaciones de dominación e incluso de explotación de las mujeres.

    Aunque poco a poco la sociedad ha ido evolucionando y transformándose en una sociedad más igualitaria, aún hoy en día sigue imperando una estructura basada en la supremacía del hombre sobre la mujer.

    Tal como han reflejado las Naciones Unidas en informes publicados, es un desafío particularmente difícil la eliminación de las actitudes socioculturales discriminatorias y de las desigualdades económicas que refuerzan el lugar subordinado que ocupan las mujeres en la sociedad. La violencia contra las mujeres por el mero hecho de serlo es la máxima expresión de la desigualdad, y es generada por las actitudes socioculturales y las culturas de violencia en todas las partes del mundo como veremos a continuación.

    2. Violencia contra las mujeres en el mundo

    La violencia contra las mujeres sigue siendo hoy la principal causa de muerte violenta para las mujeres, y por lo tanto la máxima manifestación de la desigualdad por razón de sexo, suponiendo un atentado contra su dignidad e integridad psicológica, moral y física.

    La magnitud del fenómeno violento, evidenciado fundamentalmente en una de sus manifestaciones (la violencia en las relaciones de pareja) cuestiona día a día los derechos fundamentales de muchas mujeres (derecho a la vida, a su integridad física y psíquica, a su salud, a su dignidad y libertad). Además, no afecta únicamente a las mujeres, sino que incide directamente como freno social en el desarrollo de un sistema de valores pacíficos y democráticos a los Estados y, en definitiva, de garantía y efectividad del Sistema de Derechos Humanos a toda la población.

    Para profundizar. Hechos y cifras: poner fin a la violencia contra las mujeres (ONU mujeres).

    https://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures

    La violencia de género se refiere a cualquier forma de violencia o agresión que se dirige hacia las mujeres por razón de su sexo. Esta violencia puede ser física, sexual o psicológica y puede incluir acoso, intimidación, coerción y control. Las formas de violencia hacia las mujeres incluyen, entre otras, la violencia en el ámbito de la pareja, la violación y el acoso sexual, el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina, la trata de personas con fines de explotación sexual y laboral, y el feminicidio.

    Si se analizan los datos estadísticos existentes, desde el año 2003 hasta la actualidad han sido asesinadas más de 1.205 mujeres a manos de sus parejas o exparejas.

    Gráfico 1. Mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Años 2003 – 2022.

    Elaboración propia. Fuente: Portal Estadísticos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.

    Si bien estos datos muestran únicamente la punta del iceberg de la violencia contra las mujeres, dan una idea de la magnitud de este fenómeno que ha urgido, gracias a las denuncias impulsadas desde el movimiento feminista y a la labor de activistas y defensoras de los derechos humanos, al reconocimiento de este tipo de violencia como un problema social y político que requería la acción del Estado. Esto ha llevado a lo largo de los últimos 20 años a los diferentes organismos Internacionales, Europeos, Nacionales y Autonómicos a describir, definir y delimitar el constructo de violencia contra las mujeres o violencia de género, pudiendo destacar lo siguiente:

    • La Asamblea General de Naciones Unidas en 1993 adoptó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la mujer en la que se recoge la siguiente definición: “todo acto basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga, o pueda tener, como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.

    Se reconocía que la violencia contra las mujeres constitu.0y00.e una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación de ésta, lo cual ha tenido repercusión e impedido el trato igualitario y la búsqueda de esa igualdad, siendo la violencia contra las mujeres uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a las mujeres a una situación de subordinación respecto de los varones, lo que constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales e impide total o parcialmente a la mujer gozar de dichos derechos.

    • La Organización Mundial de la Salud en el año 1996 reconocía la violencia contra las mujeres como un problema de salud pública y la identificaba como un factor esencial en el deterioro de su salud, ya que las agresiones físicas, psíquicas y sexuales, sean estas puntuales o repetitivas, de baja o alta intensidad, suponen pérdidas a veces irreparables en la esfera biológica, psicológica y social de las mujeres.
    • A nivel Europeo, destaca el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica del año 2011, conocido como Convenio de Estambul. En el mismo recoge que la “violencia contra las mujeres”, se deberá entender como una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres, y designará todos los actos de violencia basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, en la vida pública o privada.
    • En España, la Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género vino a incluir en el sistema normativo nacional los planteamientos de la Declaración de Naciones Unidades de 1993, incorporando la definición de la violencia contra las mujeres de la Declaración en su articulado. Sin embargo, en su desarrollo acota el fenómeno de la Violencia de Género únicamente a las relaciones conyugales o de análoga relación de afectividad aún sin convivencia, dejando fuera otros tipos de violencia contra las mujeres.
    • El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aprobado por el pleno del Congreso de Diputados, amplía las disposiciones de la Ley Orgánica 1/2004, de forma que se incluyan las modificaciones legislativas necesarias para incluir todas las formas de violencia contra las mujeres, así como métodos para el abordaje y erradicación de esta daño social, de acuerdo con las recomendaciones del Convenio de Estambul, de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la cuestión de la discriminación contra la mujer.

    Si bien es cierto que, desde hace algunas décadas en los países occidentales fundamentalmente, se han impulsado mecanismos dirigidos a la erradicación de la discriminación y la violencia por razón de sexo, aún queda mucho camino por recorrer, puesto que la violencia contra las mujeres sigue siendo un problema social que se encuentra en todos los lugares del mundo y afecta a todas las mujeres con independencia de su nivel económico, académico o laboral.

    Se estima que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida, y que el 38% de los feminicidios en todo el mundo son cometidos por parejas o ex parejas. Es importante seguir trabajando para prevenir y erradicar este tipo de violencias en todo el mundo.

    Tal y como señala Lorente (2019) la violencia contra las mujeres es una violencia estructural que nace de la cultura y que, por tanto, cuenta con toda una serie de argumentos y motivos para justificar su uso en determinados contextos, que actúa como un instrumento necesario para construir y mantener la desigualdad.

    Son diversos los factores que inciden en la violencia hacia las mujeres. Desde el nacimiento y a través del aprendizaje, se transmite la idea de ser, pensar, sentir y comportarse como hombre o mujer en base a un determinado modo de organización social y a patrones culturales, definidos por el androcentrismo (donde el hombre es la medida de todas las cosas) que hace que se vayan asumiendo roles y distribuyendo funciones y ámbitos de actuación según la condición biológica de cada persona (Moltó, 2022).

    El género como construcción cultural y el sexo como condición biológica se confunden en la estructura social y forman parte de una jerarquía de valores, creencias, roles, mandatos y estereotipos que devalúan y subordinan a las mujeres y no otorga el mismo reconocimiento a hombres y mujeres.

    Tal y como indicaba Simone De Beauvoir en El segundo sexo (1949), mientas al género femenino se le asigna el “ser para otros”, el género masculino tiene por imperativo el “ser para sí mismo”.

    El modelo de socialización diferencial (Simón Rodríguez, 1999), la exposición continua a determinados modelos conductuales (de los diferentes agentes sociales de influencia) hace que mujeres y hombres asuman como propias, características y roles asignados únicamente en función del sexo (Murillo, 2011). La cultura patriarcal, los valores derivados de la misma y esa construcción de las diferencias son las que permiten el establecimiento de relaciones de poder y sumisión (Lorente, 2007) que siguen haciendo que las situaciones de discriminación y violencia hacia las mujeres sigan existiendo y perduren en el tiempo.

    El análisis de estas circunstancias muestra que el origen y la finalidad de las conductas violentas contra las mujeres son los valores culturales que han actuado sobre cada uno de los géneros y que han hecho de ellos un elemento de desigualdad sobre el que construir una posición de poder, ya que el reconocimiento de las funciones asignadas a cada uno de los géneros (masculino y femenino) no sólo es distinto por ser éstas diferentes, sino que, ante todo, se debe a que tienen un valor distinto (Walker, 1979).

    La resistencia social al cambio de esos roles agrava las dificultades para que los derechos fundamentales jurídicamente reconocidos sean ejercidos en igualdad de condiciones por hombres y mujeres. Y son estos patrones de conducta socioculturales los que, a su vez, alimentan la raíz última de la violencia de género (Moltó, 2022).

    En este sentido, aunque la sociedad se haya situado en una posición formalmente igualitaria a través del Ordenamiento jurídico que proclama el principio de igualdad de oportunidades y no discriminación por razón de sexo, no significa que culturalmente haya asimilado la idea (Mosteiro, 2010).

    CAUSAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

    La violencia de género es una forma de violencia que se dirige contra las mujeres por el simple hecho de serlo, y se basa en las desigualdades de poder y en la discriminación. Esta forma específica de violencia afecta a mujeres de todas las edades, culturas, clases sociales, orientaciones sexuales y nacionalidades. Es un problema que se encuentra en todo el mundo y que afecta a millones de mujeres, siendo esta una violación de los derechos humanos.

    En particular, la cultura de la violencia es una causa subyacente importante de la violencia de género. Esta cultura se refiere a las actitudes, creencias y prácticas que normalizan y justifican la violencia como una forma de resolver conflictos y ejercer poder y control.

    En muchas sociedades, esta cultura se manifiesta en el patriarcado y la misoginia, que se reflejan en la discriminación de género, la objetivación y sexualización de las mujeres, y la minimización de la violencia de género.

    Además, la cultura de la violencia también puede estar presente en la educación y la socialización temprana, donde se aprenden estereotipos de género y roles rígidos que limitan las posibilidades de las personas según su sexo.

    Los medios de comunicación, el entretenimiento y la publicidad también pueden perpetuar la cultura de la violencia al presentar la violencia como una forma de resolver conflictos y promover la idea de que las mujeres son objetos sexuales.

    Es importante abordar la cultura de la violencia como una causa fundamental de la violencia de género para lograr cambios duraderos y significativos. Esto implica trabajar en la educación y concienciación pública para desafiar los estereotipos de género y promover relaciones igualitarias y respetuosas, así como en la implementación de políticas y programas que aborden las desigualdades y promuevan la igualdad y el empoderamiento de las mujeres.

    Causas de la violencia de género. Tomado de Jewkes (2002).

    FORMAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

    La violencia de género puede adoptar muchas formas diferentes, tanto físicas como psicológicas, económicas, sexuales y simbólicas y puede ocurrir en muchos contextos, como en la familia, la escuela, el lugar de trabajo, la comunidad y en situaciones de conflicto armado. Las formas más comunes de violencia de género incluyen:

    1. Violencia física: es cualquier acto de agresión que tenga como resultado o pueda tener como resultado un daño físico a la mujer. Puede incluir golpes, patadas, mordiscos, estrangulamiento, empujones, entre otros. Esta forma de violencia puede tener graves consecuencias físicas y psicológicas para las mujeres, como lesiones, discapacidad, trastornos de ansiedad y depresión.
    2. Violencia sexual: acto sexual no deseado, forzado o coaccionado, que se realiza sin el consentimiento ni el deseo de la víctima. Algunas de las formas de esta violencia son:
    3. Violación: se refiere al acto de mantener relaciones sexuales sin el consentimiento de la víctima, mediante el uso de la fuerza, la amenaza o la coerción.
    4. Acoso sexual: se trata de un comportamiento sexual no deseado, que crea un ambiente intimidatorio, hostil o degradante para la víctima.
    5. Explotación sexual: se refiere a la utilización de la sexualidad de las mujeres con fines de lucro, a través de la prostitución forzada, el tráfico de personas, la pornografía o la explotación sexual en el trabajo.
    6. Control sexual: se trata del uso del sexo como una forma de control y dominación, mediante la coerción, el chantaje o la amenaza.

    La violencia sexual puede tener consecuencias graves en la salud física y mental de las mujeres, incluyendo lesiones, trastornos emocionales y sexuales, y enfermedades de transmisión sexual. Además, puede afectar su capacidad de tomar decisiones y de relacionarse de forma segura y saludable en el ámbito sexual.

    1. Violencia psicológica: cualquier acto, conducta o amenaza que cause daño emocional, psicológico o mental a la víctima, y que tenga como objetivo controlar, manipular o humillar a la persona. Algunos ejemplos de violencia de género psicológica son:
    2. Insultos y humillaciones: descalificar y menospreciar a la persona, utilizando palabras ofensivas, denigrantes o hirientes.
    3. Amenazas: intimidación, el chantaje emocional, la coacción y cualquier otra forma de presión psicológica que tenga como objetivo controlar o manipular a la víctima.
    4. Aislamiento social: limitar o controlar el acceso de la persona a su entorno social, familiar o laboral, para evitar que tenga apoyo o ayuda externa.
    5. Control y vigilancia: consiste en supervisar y monitorear constantemente las actividades y comportamientos de la persona, limitando su libertad e independencia.
    6. Destrucción de la autoestima: acto que tenga como objetivo hacer sentir a la persona inútil, incapaz o sin valor, socavando su autoestima y su confianza en sí misma.

    La violencia psicológica es una forma de violencia de género muy sutil y difícil de detectar, pero sus efectos pueden ser igualmente graves que la violencia física. Esta forma de violencia puede tener consecuencias a largo plazo en la salud emocional y mental de la víctima, y puede dificultar su capacidad para tomar decisiones y actuar con autonomía.

    1. Violencia económica: se refiere a cualquier acción que limita la capacidad de la mujer para controlar sus recursos económicos o que la obliga a depender económicamente de otra persona. Algunos ejemplos de violencia de género económica son:
    2. Control y limitación del dinero: limitación del acceso de la víctima al dinero y los recursos financieros, y a la obligación de pedir permiso para utilizarlos.
    3. Aislamiento económico: consiste en impedir que la víctima tenga un trabajo o cualquier otra fuente de ingresos, limitando su independencia y autonomía.
    4. Robo y uso indebido de bienes: se trata de la apropiación ilegal de los bienes de la víctima, como dinero, propiedades o documentos importantes.
    5. Destrucción de la propiedad: se refiere a cualquier acto de destrucción, daño o vandalismo a los bienes de la víctima.

    Esta forma de violencia puede tener graves consecuencias económicas para las mujeres, como la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos, la falta de independencia financiera y la vulnerabilidad a la explotación laboral.

    1. Violencia simbólica:  formas de violencia que no implican necesariamente un contacto físico o directo, pero que tienen como objetivo controlar o limitar la libertad y la autonomía de la víctima a través de símbolos, signos, imágenes y mensajes culturales. Algunos ejemplos de este tipo de violencia son:
    2. Estereotipos de género: ideas preconcebidas y generalizaciones sobre lo que se espera que hagan o sean las personas en función de su sexo. Estos estereotipos pueden restringir la libertad de elección y limitar las oportunidades de las mujeres.
    3. Lenguaje sexista: se refiere al uso de un lenguaje que discrimina o desvaloriza a las mujeres, a través de expresiones sexistas, insultos o descalificaciones.
    4. Control de la imagen: se trata del uso de la imagen de la víctima sin su consentimiento, o de la manipulación de su imagen para controlar su comportamiento y su percepción de sí misma.
    5. Humillación y ridiculización: se refiere a la utilización de burlas, ridiculizaciones o comentarios despectivos para controlar y limitar la autoestima y la confianza de la víctima.

    La violencia simbólica puede tener efectos profundos en la autoestima, la identidad y la percepción de las mujeres, y puede contribuir a la perpetuación de la violencia de género en la sociedad. Es importante visibilizar y denunciar este tipo de violencia para erradicarla y promover una cultura de respeto y equidad de género.

    Siguiendo a Lorente (2019), la violencia de género se puede analizar bajo las dos grandes referencias que la cultura establece:

    1. la división del espacio entre público y privado
      1. la idea de mujeres como complemento de los hombres que las presenta como pertenencia que deben controlar, y como objeto que pueden usar.

    Todo ello a partir de su interpretación en las diferentes circunstancias y contextos que da como resultado el papel que culturalmente otorgamos a hombres y mujeres, y las diferentes funciones que han de desarrollar en la una sociedad dividida en dos grandes espacios (público y privado), que hace que se recurra a la violencia de género para mantener ese orden dado.

    Por eso encontramos violencia contra las mujeres en cualquiera de los espacios y bajo las motivaciones más diversas. Es decir, siempre hay una razón para que un hombre interprete que puede ejercer algún tipo de violencia contra una mujer o una niña, justificando y/o y minimizando su impacto desde el argumento de la “normalidad” hasta la excepcionalidad condicionada por determinadas circunstancias (por ejemplo el consumo de alcohol o de drogas, el trastorno mental o la pérdida de control).

    Esa imagen tan global de la violencia de género en cuanto a contar con escenarios propios, argumentos específicos, y luego justificaciones aceptadas, refleja muy bien su estructuralidad y sus raíces culturales.

    PARA PROFUNDIZAR. La violencia contra las mujeres en diferentes espacios y contextos.

    LORENTE, M. (2019). Violencia pública, violencia privada. Revista tiempo de Paz. Nº 134. El acceso de las mujeres al espacio público. Otoño 2019. Disponible en:

    https://revistatiempodepaz.org/revista-134/#dflip-df_1391/93/

    ACTIVIDAD 2. Coloca en su lugar.

    Coloca las siguientes manifestaciones de violencia contra las mujeres en el lugar del eje cartesiano que corresponda, teniendo en cuenta el escenario en el que se producen (PÚBLICO O PRIVADO) y la percepción de la mujer de la que parten (COMO OBJETO O COMO PROPIEDAD).

    • Mutilación genital femenina.
    • Matrimonios forzados.
    • Agresiones por parte de la pareja.
    • Acoso en el entorno laboral.
    • Hostigamiento por parte de un compañero de estudios.
    • Violación.
    • Trata de personas con fines de explotación sexual.

    La erradicación de las violencias machistas exige, por lo tanto, una transformación social y cultural que acabe con el machismo, pues la aplicación del sistema normativo sin una acción dirigida al cambio de actitudes, comportamientos, valores, estructuras sociales y formas de organización, hacia la igualdad no cambiará la situación estructural. Y ahí la educación dirigida a crear normas más igualitarias de relación social el instrumento que permite avanzar en este sentido.

    La genealogía feminista recoge esta idea de igualdad entre mujeres y hombres para erradicar la discriminación y opresión desde sus inicios. Ya en el periodo de la Ilustración Olimpia de Gouges reclamaba igualdad de derechos para las mujeres en el nuevo régimen, Mary Wollstonecraft, apostaba por una educación igualitaria para todas y todos, Poulain de la Barre o Stuart Mill planteaban en sus escritos la idea de equidad como algo beneficioso para el conjunto de la ciudadanía.

    En este sentido, en los últimos años se ha desarrollado en el ámbito pedagógico una línea de intervención educativa que se dirige a la ruptura de los estereotipos de género, el fomento del pensamiento crítico y la desaparición de relaciones asimétricas: La pedagogía coeducativa (Bonal y Rambla, 2001).

    Desde esta perspectiva, la pedagogía coeducativa se dirige a una mayor profundización de la intervención educativa, trascendiendo la transmisión de conocimientos y saberes e incorporando al proceso de enseñanza-aprendizaje el análisis crítico social contextual, la valoración de los problemas y el papel de las estructuras sociales en nuestra vida (Povedano, Muñiz, Cuesta y Musitu, 2015).

    Esta propuesta pedagógica se dirige a responder a esa reivindicación de la igualdad realizada por la teoría feminista que supone una reformulación del modelo de trasmisión de conocimiento y de las ideas desde una perspectiva crítica en los espacios destinados a la formación y el aprendizaje (Instituto de la Mujer, 2008).

    Desde este enfoque, las intervenciones coeducativas deben partir de una estrategia dual incorporando, por un lado, acciones concretas dirigidas a la superación de estereotipos y roles de género, y por el otro, acciones que no tengan que estar específicamente dirigidas al trabajo de estereotipos o de prevención de violencias machistas, pero que sí integren como eje central la perspectiva feminista (Instituto de la Mujer, 2008b).

    Esto es, también en su sentido más práctico sirve como estrategia preventiva para las violencias machistas en cualquiera de sus formas. La coeducación nos sirve para traspasar el sexismo y las actitudes que generan una asimetría cultural establecida, trabaja en la profundidad de estas relaciones, y, por tanto, terminar con aquellos mecanismos patriarcales que coartan y generan las desigualdades, como es el caso de las violencias (Linares, 2019).

    Todo ello, desde el impulso de un proceso dinámico y vivo, retroalimentándose con cada una de las fases, debido a su interacción la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y por el interés de aportar modelos de conducta y comportamiento basados en la tolerancia y el respeto, alejados de la violencia, de modo que se fortalezca la convivencia social de las personas, siendo y sintiéndose parte activa del cambio y la transformación (Díaz-Aguado y Carbajal, 2011).

    La puesta en práctica de acciones educativas desde la perspectiva de la pedagogía coeducativa, que pueden desarrollarse en espacios tanto de educación formal como no formal, hace preciso incorporar metodologías diversas e innovadoras, que permitan dibujar el elemento motivador en las personas que participan, como elemento consustancial a la consecución del objetivo de transformación social.

    Es importante utilizar todos los recursos del contexto más cercano, pero ni una dinámica ni una aplicación puede convertirse en un objetivo, sino que la incorporación de aspectos más lúdicos, de trabajo en equipo, etc. van a ser esenciales para conseguir esa transgresión de actitudes, estereotipos y comportamientos machistas y sexistas, y a la par, que se cuestionan las realidades androcéntricas que se han asumido y normalizado (Hamodi y Álvaro, 2021).

    3. La perspectiva de género en cooperación y desarrollo

    Naciones Unidas tiene un compromiso con la Igualdad desde su Acto de Constitución en 1945 (Carta de San Francisco, 26 de junio de 1945). En esta Carta se reconoce la igualdad de derechos sin distinción por razón de sexo y, desde entonces, se han desarrollado distintos instrumentos jurídicos, políticos y técnicos para la igual consecución de dicho compromiso.

    Extracto de la Carta de Naciones Unidas

    Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos

    • a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles,
    • a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en ladignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas,
    • a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,
    • a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad,

    Durante las tres primeras décadas desde su creación, las actuaciones se centraron en la codificación de los derechos jurídicos y civiles de las mujeres, así como la recopilación de datos que facilitaran el conocimiento y análisis de la situación jurídica y social de las mujeres en todo el mundo.

    Sin embargo, desde Naciones Unidas se constata que los esfuerzos centrados en la elaboración y promulgación de una normativa relativa a la igualdad entre mujeres y hombres no garantiza la eliminación de las discriminaciones que sufren las mujeres.

    Es por ello que, en el año 1975, se celebra la primera Conferencia Internacional de la Mujer y, a partir de este momento, será dentro de las Conferencias donde los Estados llegarán a los acuerdos que determinarán el avance en la promoción del principio de igualdad de oportunidades de mujeres y hombres, a través de la puesta en marcha de instrumentos concretos de carácter político y técnico.

    1. El principio de igualdad a través de las conferencias internacionales de las mujeres

    A lo largo de más de 30 años Naciones Unidas ha desarrollado un papel fundamental en la lucha por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, destacando, en este proceso, la celebración de las Conferencias Mundiales de las Mujeres. Hasta el momento, se han celebrado cuatro.

    1975. MÉXICO. 1ª CONFERENCIA MUNDIALSe establecen como objetivos del trabajo de la ONU: • La igualdad plena de sexos y la eliminación de la discriminación por razón de sexo. • La integración y plena participación de las mujeres en el desarrollo. • Una contribución cada vez mayor de las mujeres en el fortalecimiento de la paz mundial. • Se instaura el Primer Decenio de la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. • Se aprueba el I Plan de Acción. Recoge una serie de metas, para alcanzar en 1980 que se centran en garantizar el acceso equitativo de la mujer a los recursos, como la educación, las oportunidades de empleo, la participación política, los servicios de salud, la vivienda, la nutrición y la planificación de la familia.
    1980. COPENHAGUE. 2ª CONFERENCIA MUNDIALEsta Conferencia sirvió para examinar y evaluar el Plan de Acción de 1975. Por otro lado, se pone de manifiesto las discrepancias entre los derechos jurídicos y las oportunidades reales de ejercerlos por parte de las mujeres: • Falta de participación adecuada de los hombres en la mejora del papel de las mujeres en la sociedad. • Voluntad política insuficiente. • Falta de reconocimiento del valor de las contribuciones de las mujeres a la sociedad. • Escasez de mujeres en los espacios de toma de decisiones. • Insuficientes servicios para apoyar el papel de las mujeres en la vida nacional, como cooperativas, guarderías infantiles y facilidades de crédito. • Falta de recursos financieros en general. • Falta de sensibilización entre las propias mujeres respecto de las oportunidades disponibles. Además, • Se procedió a la aprobación de la Declaración sobre la participación de las Mujeres en la promoción de la paz y la cooperación internacional, en la que se tuvieron en cuenta los problemas específicos de las mujeres que vivían en territorios coloniales o en territorios ocupados. • La Asamblea hizo un llamamiento a todas las entidades del sistema para integrar a las mujeres en los procesos de desarrollo. • Se formuló una petición a los gobiernos para que se adoptaran medidas nacionales que garantizaran el derecho de las mujeres a la propiedad y al control de los bienes, a la herencia, patria potestad y relativas a la pérdida de la nacionalidad. • Se hizo un llamamiento a los gobiernos para que pusieran en marcha las medidas necesarias que permitieran poner fin a las actitudes estereotipadas en relación con las mujeres.
    1985 NAIROBI. 3ª CONFERENCIA MUNDIALEn esta Conferencia se hizo un balance de los logros conseguidos en el Decenio de Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz y se determinó la necesidad de adoptar un nuevo enfoque para superar los obstáculos y el establecimiento de tres tipos de medidas: • Medidas constitucionales y jurídicas. • Igualdad en la participación social. • Igualdad en la participación política y en la adopción de decisiones. Este enfoque partía del reconocimiento de que la igualdad de las mujeres abarcaba toda la esfera humana, dejando de ser una cuestión aislada. Por tanto, era necesaria la participación activa de las mujeres en todas las cuestiones.
    1995 BEIJING-PEKÍN. 4ª CONFERENCIA MUNDIALSe constituye la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción, donde se identifican 12 áreas de especial atención a las que los gobiernos y la sociedad civil deben prestar especial atención para la eliminación de los obstáculos que impiden la plena equiparación entre mujeres y hombres: La pobreza que pesa sobre las mujeresEl acceso desigual a la educación y la insuficiencia de las oportunidades educativas.La mujer y la salud.La violencia contra la mujer.Los efectos de los conflictos armados en las mujeres.La desigualdad en la participación de las mujeres en la definición de las estructuras y políticas económicas y en el proceso de producción.La desigualdad en el ejercicio del poder y en la adopción de decisiones.La falta de mecanismos suficientes para promover el progreso de las mujeres.La falta de conciencia de los derechos humanos de la mujer reconocidos a nivel internacional y nacionalmente, y la puesta en práctica de dichos derechos.La movilización insuficiente de los medios de información para promover la contribución de la mujer a la sociedad.La falta de reconocimiento a las aportaciones de las mujeres en la gestión de los recursos naturales y protección al medio ambiente.Las niñas.

    La IV Conferencia Mundial de la Mujer establecía que, en el futuro, se debían llevar a cabo las evaluaciones oportunas sobre la puesta en marcha de medidas relacionadas con las áreas incluidas en la Plataforma de Acción.

    En este sentido, los Estados Miembros reafirmaron y reforzaron la plataforma en el año 2000 durante la revisión de progreso a cinco años de la Conferencia de Beijing y prometieron acelerar la aplicación de esos instrumentos durante la revisión de los diez años en 2005, la revisión de los 15 años en 2010, la revisión de los 20 años en 2015, y la revisión de los 25 años en 2020.

    VÍDEO. Empoderando a las mujeres. Empoderando a la humanidad: ¡Imagínalo!

    https://youtu.be/6f7ja3z8CRA?si=74lx3xRC4-_r5sdF

    LOS ODS Y LA IGUALDAD

    En septiembre de 2015 se aprueba en una cumbre histórica de las Naciones Unidas la Agenda 2030 que incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de aplicación universal, comprometiendo a los Estados miembros a intensificar sus esfuerzos en los próximos 15 años para poner fin a la pobreza en todas sus formas, reducir la desigualdad y luchar contra el cambio climático garantizando, al mismo tiempo, que nadie se quede atrás.

    En lo referido a los derechos de las mujeres y las niñas, además de incluir como objetivo 5 la igualdad de género y empoderamiento de las mujeres y las niñas, se plantea la necesidad de incorporar como enfoque transversal al resto de objetivos cuestiones relacionadas con las mujeres y niñas.

    Metas del ODS 5

    5.1  Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo

    5.2  Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación

    5.3  Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina

    5.4  Reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país

    5.5  Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública

    5.6  Asegurar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos según lo acordado de conformidad con el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, la Plataforma de Acción de Beijing y los documentos finales de sus conferencias de examen

    5.a  Emprender reformas que otorguen a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos, así como acceso a la propiedad y al control de la tierra y otros tipos de bienes, los servicios financieros, la herencia y los recursos naturales, de conformidad con las leyes nacionales

    5.b  Mejorar el uso de la tecnología instrumental, en particular la tecnología de la información y las comunicaciones, para promover el empoderamiento de las mujeres

    5.c  Aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles

    En este sentido, dentro de los indicadores relevantes para la igualdad y el empoderamiento de las mujeres, se solicita su desagregación por sexo, que permita analizar la participación de las mujeres y los hombres en el desarrollo.

    No obstante, es preciso ir más allá incorporando en la monitorización de las estadísticas el enfoque de género, que permita identificar, producir y difundir las realidades de las vidas de las mujeres y los hombres, así como evaluar el impacto que las medidas están teniendo en  mujeres y hombres, en términos de efectividad y eficiencia.

    Este ejercicio nos aporta información sobre los roles y la distribución de los derechos de mujeres y hombres en nuestras sociedades, como, por ejemplo, el control sobre la vida reproductiva y sobre los activos, el derecho a una vida sin violencia, el uso del tiempo y los trabajos no remunerados, por nombrar algunos. Éstas son un instrumento fundamental para obtener evidencia y monitorear las causas y efectos de la desigualdad de género.

    Partiendo de la definición de diferencias de género expuestas en epígrafes anteriores, se puede inferir el alcance de lo que significa aplicar la perspectiva, el análisis o el enfoque de género. Se tomarán en consideración las diferencias de condiciones, necesidades, índices de participación, acceso a los recursos y desarrollo, control de la riqueza, poder y toma de decisiones, etc., entre hombres y mujeres debidas a los roles que tradicionalmente se les han asignado.

    La herramienta metodológica fundamental, para poder introducir la perspectiva de género en el análisis de la realidad social o de cualquier programa o medida, es la utilización de los indicadores de género, que podemos definir como: “Variables de análisis que describen la situación de las mujeres y hombres en la sociedad y facilitan la comparación de los mismos e identifica diferencias que pueden alimentar estereotipos”. La desagregación de los datos estadísticos por sexo es un indicador básico que da paso a otros indicadores explicativos de la realidad.

    Por otro lado, para poder saber cómo ha afectado una política o medida a las mujeres y a los hombres, se realizará, una evaluación del impacto de género. Siendo el objetivo de esta evaluación poder realizar una modificación posterior de dicha política o medida, para neutralizar los efectos discriminatorios si los hubiera.

    La incorporación de la transversalidad de género en los proyectos de cooperación al desarrollo va a ser fundamental, pues es difícil avanzar en la erradicación de la desigualdad con acciones que no sean sensibles a la situación de las mujeres.

    En este sentido, es necesario tener en cuenta a qué nos referimos con transversalidad de género. Aunque es difícil dar una definición unívoca del concepto, podemos seguir como referencia la acepción dada al concepto por parte de algunos organismos internacionales:

    • La Comisión Europea (1996): “Es la integración de la perspectiva de género en todas las fases del proceso de las políticas: diseño, implementación, seguimiento y evaluación, con el objetivo de promover la igualdad entre mujeres y hombres. Significa evaluar cómo inciden las políticas en la vida y posición de mujeres y hombres responsabilizándose de su modificación si fuera necesario. Esta es la manera de hacer de la igualdad de género una realidad concreta en la vida de mujeres y hombres creando espacios comunes tanto en las organizaciones como en las comunidades para contribuir a articular una visión compartida del desarrollo humano sostenible, transformándolo en una realidad”.
    • Naciones Unidas – Consejo Económico y Social (1997): «Mainstreaming de género es un proceso para evaluar las implicaciones de las mujeres y de los hombres desde cualquier plan de acción, incluso la legislación, políticas o programas, en cualquier área y en todos los niveles. Es una estrategia en construcción, que debe recoger las preocupaciones y experiencias de mujeres así como las de los hombres (…) para que las mujeres y hombres se beneficien igualmente, y la desigualdad no se perpetúe. La última meta de mainstreaming es lograr la igualdad de género”.
    • Consejo de Europa (1998): “El Mainstreaming de género es la organización, la mejora, el desarrollo y la evaluación de los procesos políticos de modo que la perspectiva de género se incorpore en todas las políticas, a todos los niveles y en todas las etapas, por los actores implicados en la adopción de medidas políticas”.

    Con independencia de las dificultades de definición, sí es claro que la transversalidad de la perspectiva de género no se limita a los esfuerzos de promoción de la Igualdad, a la puesta en marcha de medidas específicas a favor de las mujeres, sino en movilizar también explícitamente a favor de la Igualdad el conjunto de acciones y políticas generales, introduciendo en su concepción de forma activa y visible la atención a los posibles efectos sobre las distintas situaciones de mujeres y hombres.

    Por lo tanto, a la hora de intervenir sobre el terreno para la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres, es preciso tener en cuenta en las fases (desde el diseño y planificación, hasta la ejecución y evaluación), las situaciones de desigualdad entre mujeres y hombres, sus diferentes necesidades e intereses, así como el impacto en dichas situaciones de desigualdad.

    La constatación de que en actualmente no encontramos ninguna sociedad en la que exista igualdad real entre mujeres y hombres en todos los ámbitos y esperas de la vida, debe ser una premisa básica en la formulación de cualquier proyecto dirigido a mejorar las condiciones vida de una población.

    El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), resalta precisamente la necesidad de hacer frente a los obstáculos estructurales que impiden el logro de la igualdad de género y el fortalecimiento del empoderamiento económico y liderazgo de las mujeres, como una de las estrategias básicas para reducir la pobreza, pues sin ellas no se logrará beneficiar al conjunto de la sociedad, teniendo en cuenta que son las mujeres quienes, en una gran mayoría de casos, actúan como sustentadoras principales de la familia, además de encargarse de la manutención y educación de la población infantil.

    Sin embargo, a la vista de los informes los datos evidencian que las mujeres:

    • Únicamente poseen el 10% del dinero.
    • El 1% de las propiedades.
    • Realizan más del 50% del trabajo, pero únicamente un 30% cobra por ello.
    • El 80% de las personas refugiadas por situaciones derivadas de conflictos bélicos son mujeres y menores de edad.
    • El 75% de las víctimas de trata en el mundo son mujeres y niñas. De ellas, ellas más de la mitad son traficadas sexualmente.
    • Además, y como dato de plena actualidad teniendo en cuenta la preocupante situación de conflicto bélico que se vive en diversas partes del mundo, cerca del 80 por ciento de las personas refugiadas en el mundo son mujeres y menores.

    Por todo ello, la sensibilidad de género y la incorporación de acciones decididas al análisis concreto de los roles específicos de ambos sexos a nivel económico, legal, político, social y cultural, para entender esas desigualdades de forma clara y fundamentada, debería ser clave en la consideración de cualquier proyecto de cooperación internacional.

    Para profundizar:

    El primer paso para lograr un desarrollo humano con la igualdad de género como base, será la recopilación y análisis las necesidades de las mujeres, mediante la desagregación de los datos por sexos. Cuestiones como la feminización de la pobreza, el desigual acceso a los recursos o la falta de presencia en puestos de decisión han de estar presentes en cualquier proyecto de cooperación al desarrollo, pero es muy difícil detectar si existe una brecha de género, además de otros condicionantes jerárquicos que puedan producirse, si no conocemos si existe un impacto diferencial en cada uno de ellos en función del sexo.

    Ya en el trabajo sobre el terreno, es preciso realizar un análisis de los roles de género instaurados dentro de la comunidad. El conocimiento sobre la asignación y distribución de funciones y tareas a nivel social y cultural a cada sexo, mediante el diálogo permanente con las mujeres y organizaciones locales va a ser fundamental para detectar dónde es necesario incidir para avanzar en la reducción de la brecha de género y el empoderamiento de las mujeres de la comunidad.

    Uno de los errores que se comenten con frecuencia en la formulación de proyectos de desarrollo es el partir de una realidad occidentalizada para el diseño de las acciones a realizar, pasando por alto la idiosincrasia de cada contexto.

    Es necesario tener en cuenta que de poco sirve la formulación correcta de un proyecto a nivel formal, si éste no es efectivo en su ejecución porque no se adapta a la realidad concreta en la que se despliega, o incluso es percibido como invasivo o que atenta contra las tradiciones arraigadas de la comunidad en la que se pretende desarrollar.

    Un ejemplo de esto sucedió con las acciones por la erradicación de la mutilación genital femenina en diversos países africanos, que en muchas ocasiones se veían como un ataque contra las tradiciones propias y por tanto tuvieron en un principio escaso éxito. 

    Cuando nos referimos al análisis de género en la cooperación al desarrollo, debemos ser capaces de identificar las necesidades prácticas más inmediatas, pero también los objetivos estratégicos a largo plazo para ir poco a poco avanzando hacia ellos.

    Cuestiones como la participación política, el liderazgo femenino, la planificación familiar, la educación de las niñas o la erradicación de la violencia contra las mujeres deben ser objetivos estratégicos sobre los cuales hay que ir avanzando de forma progresiva en el tiempo y teniendo como protagonistas a las mujeres de la propia comunidad en su consecución, partiendo de las prioridades y percepciones que ellas mismas tienen respecto de su propia realidad.

     El contar con unos recursos personales óptimos, constituyendo equipos desde la interdisciplinariedad y en el que encontremos diferentes perfiles profesionales, contando con conocimientos desde diferentes disciplinas va a ser otro aspecto relevante, siempre teniendo en cuenta que todo el personal debe contar con una formación específica en perspectiva de género que permita incorporar dicho enfoque en todo lo que se realiza en el marco del proyecto de cooperación.

    Por último, otro de los puntos centrales de cualquier proyecto de cooperación es el de la evaluación. En este punto es fundamental también la incorporación de la perspectiva de género:

    En todos los documentos e informes que se elaboren es preciso incluir apartados dirigidos a recoger la realidad de las mujeres de forma específica. Cuestiones relativas a la violencia de género, necesidades específicas de higiene personal o las particulares circunstancias de las embarazadas van a ser esenciales para hacer una evaluación sensible a las necesidades apremiantes de las mujeres.

    Los datos deben analizarse y presentarse siempre desagregados por sexos para medir el éxito de las iniciativas en función del sexo de cada persona receptora, pues lo que para los hombres puede haber sido muy positivo o no haber generado apenas impacto puede ser percibido de manera muy diferente por las mujeres.

    Es necesario incluir en la evaluación datos respecto de los mecanismos de distribución de la ayuda seguidos haciendo alusión a cómo ha llegado la ayuda a las mujeres (de forma directa y/o indirecta).

    Se trata, en definitiva, de que la evaluación nos sirva de base para seguir avanzando en la mejora de las condiciones de vida de la población, teniendo en cuenta a las mujeres y planteando nuevas iniciativas de cooperación en las que las mujeres sean las protagonistas de su propio desarrollo, reduciendo la brecha de género y evitando o minimizando las situaciones de desigualdad en las futuras generaciones.  

    4. Lecturas recomendadas

    Artículo 1: Casi la mitad de las mujeres no decide plenamente sobre su cuerpo.

    Artículo 2: Las leyes «cásate con tu violador» persisten en 20 países para evitar condenar a los agresores.

    https://www.eldiario.es/desalambre/leyes-casate-violador-permiten-20-paises-agresores-escapen-justicia_1_7823670.html

    Artículo 3: Por qué los trombos tras las vacunas de AstraZeneca y de Janssen afectan más a las mujeres.

    Artículo 4: Las empresas farmacéuticas no analizaron los efectos secundarios de las vacunas para el coronavirus en las mujeres, según un estudio realizado por Investico

    Artículo 5: Las mujeres sufren más efectos adversos tras los tratamientos oncológicos que los hombres

    Artículo 6: Coches, infartos, transportes… Patrón macho: así se ha diseñado el mundo sin tener en cuenta a las mujeres

    Vídeo 1: Sin ellas no hay coche

    https://www.youtube.com/watch?v=nZjJJOk2m6M

    Artículo 1: Alicia Puleo. Igualdad y androcentrismo.

    Artículo 2: Joan Scott. Género como categoría.

    Presentación: conceptos básicos sobre género

    Vídeo 2: Educación diferenciada

    https://www.youtube.com/watch?v=gGhwwp-mA4s

    Artículo 3: Eva Espinar Ruiz. Raíces socioculturales de la violencia de género

    Artículo 4: La ceguera de género en el profesorado

    Artículo 5: Androcentrismo académico: la ficción de un conocimiento neutral

    Artículo 6: El género en las ciencias sociales

    Artículo 7: La violencia de género. De cuestión privada a problema social.

    Del feminismo a los feminismos: Autoras y lecturas recomendables

    Trabajo final

    Este ejercicio es obligatorio para todo el alumnado. Lee el artículo «Algunas reflexiones sobre investigación feminista y conocimiento desde una posición paradigmática de dominación» de Iker Zirion. Identifica los elementos que el autor define como básicos en una investigación feminista así como aquellos que define como «perfil paradigmático de poder». Reflexiona sobre los sesgos del conocimiento desde una perspectiva de género interseccional. Busca y ofrece algún ejemplo de intervención/reflexión con realidades no europeas.

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